La genética
ha sido un tema de interés bastante complejo durante mucho tiempo. Existen
diversas opiniones, nos podemos encontrar con ideas como “un hombre inteligente
se hace, no nace”, pero ¿Sucederá así en realidad?
Podemos
encontrarnos con niños que llevan calificaciones sobresalientes en la escuela,
sus boletas plasmadas de dieces; pero a la hora de enfrentarlos a resolver
problemas en su vida diaria que requieran que utilicen todas esas habilidades, actitudes
y destrezas que aprendieron y lamentablemente no tengan idea de cómo actuar ni
qué hacer ¿Será inteligente? Nuestro cerebro no ha evolucionado ni en forma ni
en calidad, sigue siendo el mismo de hace cien mil o más años.
Incluso en
las cárceles podemos encontrar personas con un coeficiente intelectual muy
elevado, hay psicópatas a quienes les han realizado estudios y pruebas de
coeficiente intelectual y los resultados son sorprendentes, tienen un
coeficiente intelectual alto; y cuando se analiza su contexto familiar se
encuentran con que sus padres tienen un nivel de inteligencia similar, en el
que casi las cifras coinciden.
Al parecer
los genes tienen mucha influencia en la inteligencia del ser humano y conforme
va creciendo ésta se fortalece, es decir, en la niñez la influencia de los
genes es de un 40% aproximadamente y conforme vamos pasando las etapas de
crecimiento la influencia va aumentando. Algunos científicos hablan de que
hasta un 80% de la inteligencia se le puede atribuir a nuestros antecedentes
genéticos, en cambio otros dicen que no pasa del 20%. Parte de la inteligencia
la heredamos pero la otra parte depende de nosotros desarrollarla, si no
aplicamos o practicamos lo que aprendemos ese conocimiento se atrofia y no se
convierte en significativo, como si no hubiera existido.
El
desarrollar la inteligencia no solo depende de la genética como se mencionaba
anteriormente, el ambiente que le demos a ésta para favorecer su desarrollo es
trabajo del alumno y del docente. Un alumno puede tener toda la predisposición
en sus genes de tener un coeficiente intelectual elevado y de la misma manera
tener la capacidad de desarrollar un sobresaliente pensamiento crítico, pero
ese niño no se va a convertir en un verdadero crítico si no lee, se documenta,
investiga y observa distintos puntos de vista de un mismo texto. En otras
palabras, ¿Cómo esperamos que un alumno desarrolle cierta inteligencia,
habilidad o destreza sino se le dan o se rodea de las herramientas necesarias
para ello?, y solo el ambiente en que el
niño se desenvuelve se lo puede otorgar.
Lo que comemos ¿Tendrá
influencia en nuestro aprendizaje?
Pero si el
estómago y el cerebro son órganos diferentes que cumplen con funciones distintas
¿o no? Muchos de los maestros han observado y saben cuando un niño no desayunó
en su casa antes de venir a la escuela, precisamente por el aspecto que dan: se
muestran con sueño, cansados, distraídos y en muchas ocasiones con dolor de
estómago.
¿Cómo se
podrá concentrar un niño en clases si en lo único que está pensando es en que
tiene hambre y el malestar que le está ocasionando eso? Varias investigaciones
han arrojado que la nutrición juega un papel importante en el desarrollo
cognitivo de los niños, ya que los nutrientes que contienen ciertos alimentos
son necesarios para el buen funcionamiento del cerebro, incluso algunos ayudan
a la memoria, relacionar conceptos, concentrarse, etc.
Por ejemplo,
las proteínas que encontramos en la carne y pescado tienen aminoácidos que
ayudan a la formación de neurotransmisores (que se explica en los factores
neurológicos). El fósforo que se encuentra normalmente en frutos secos aumenta
la capacidad para la memorización. Esto por mencionar algunos ejemplos de nutrientes
y como éstos podemos encontrar muchos más.
Incluso es
importante que las mujeres se alimenten en la etapa prenatal ya que como se
explica en los factores neurológicos las estructuras cerebrales de un bebé se
comienzan a formar desde esta etapa, de hecho uno de los nutrientes más
importantes en la etapa prenatal es el ácido fólico que previene defectos en el
tubo neuronal que es donde se formará la médula espinal y el cerebro.
Los niños
durante su infancia se tienen que nutrir con verdaderos alimentos, no la
chatarra que nos venden enlatada y procesada, que lo único que aportan son
grasas saturadas y que contribuyen a la obesidad. Por todo lo antes mencionado
y más, es importante la nutrición para el aprendizaje, y para el desarrollo del
cerebro.
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